inicio exp. motivos aludidos

 

El juzgado anula la participación, selección y nombramiento del director del IES Monte Neme. También acepta la recusación del presidente de la comisión de selección Emilio Pérez Sánchez.

S E N T E N C I A - 1 0 F

[Ver: Feb09. El juzgado...]

 

Encarna Herranz González-Botas, la de la comisión de los tramposos: simplemente cuestión de credibilidad.


A la luz del comportamiento exhibido en la comisión de selección de director del IES Monte Neme, las quejas que Encarna Herranz presentó meses atrás ante el delegado provincial de Educación contra el profesor de Cultura Clásica pierden verosimilitud, si es que en algún momento la tuvieron, y adquieren una nueva dimensión.


edu-xusta.es.- Abril de 2008. Pablo García-Pombo Fernández.

 

 

Las múltiples relaciones que se entablan entre María Jesús Gómez Hermida, Encarna Herranz González-Botas y Emilio Pérez Sánchez hacen pensar en una trama orquestada dentro del IES Monte Neme: de esta manera se explicaría fácilmente por qué la administración educativa se ha desentendido de todas las denuncias presentadas por un profesor del centro contra los miembros de la dirección , cuando éste advertía de todas las irregularidades y violaciones de los derechos de los alumnos de Cultura Clásica que se estaban cometiendo, y por qué se ha dado tanta prisa en atender una denuncia infundada de Encarna Herranz González-Botas. .......................................................................................................................................[Ver: Feb08] [Ver: Nov07] [Ver: La entrevista...]

La bochornosa actuación de los miembros de la comisión de selección de director del IES Monte Neme se explica perfectamente interpretada como una orquestación de la que forman parte, entre otros, Emilio Pérez Sánchez y Encarna Herranz González-Botas, para entregar la dirección del centro, con la aquiescencia o ante la desidia del delegado provincial de Educación, a María Jesús Gómez Hermida: ............................................................................................................................... [Ver: Julio08: ¿Una banda de tramposos?]

de ser así las cosas, no es de extrañar que tanto Emilio Pérez Sánchez como Encarna Herranz González-Botas se pongan manos a la obra inmediatamente antes del procedimiento de selección de director, para eliminar cualquier obstáculo —y ese obstáculo lo constituyen las continuas denuncias de Pablo García-Pombo contra María Jesús Gómez Hermida, que ponen de relieve su incapacidad manifiesta para desempeñar el cargo de director— que se interponga, con el ánimo de favorecer y secundar a María Jesús Gómez Hermida, el candidato al que han terminado favoreciendo de manera contraria a derecho.

Podría, en principio, resultar comprensible que un padre —en este caso Encarna Herranz González-Botas— de un alumno se atreva a dudar de las actitudes y de las aptitudes de un profesor en relación con las labores docentes que desempeña: sería disculpable, en primer lugar, por el desconocimiento que en principio se le supone al padre de la cosa educativa, tanto en los aspectos didácticos cuanto en los concernientes a la legislación; en segundo lugar, se le podría perdonar porque la implicación de su hijo nublase su visión ecuánime e imparcial en relación con el asunto de que se tratase.

Pero, en cualquier caso, lo mínimo que habría que exigirle a cualquier padre es un poco de prudencia en su actuación en relación con los demás miembros de la comunidad educativa.

Y Encarna Herranz González-Botas se ha lanzado, de manera temeraria, a juzgar los conocimientos y la capacitación de un profesor de Cultura Clásica, sin poseer ningún tipo de documentación fiable que sustentase las críticas vertidas hacia el profesor, perdiendo de esta manera el beneficio de la duda del que inicialmente podría considerársele merecedora.

Si decimos de manera temeraria es porque, a la hora de juzgar los conocimientos y la capacitación de un profesor, es de esperar que quien efectúe el juicio tenga la capacitación adecuada para hacerlo, y ése no parece el caso de Doña Encarna: sus modales son más bien escasos, y su formación académica no parece aventajarlos gran cosa. Entonces, si en relación con griegos, latines y tradiciones culturales los conocimientos de Doña Encarna, o de cualesquiera padres a los que represente, son escasos o nulos, mejor sería una buena dosis de prudencia, humildad y educación, antes que poner pies en pared o embarcarse en la empresa de buscar lana, so pena de salir trasquilado.

Si la contumacia de la Sra. Herranz la lleva, luego, ante el delegado provincial de Educación, aunque no tenga la formación necesaria para ponderar si puede acusar al profesor, sí que debería, al menos, tener algún tipo de refrendo documental que amparase sus denuncias, y ese tipo de refrendo tampoco existe, porque el profesor de Cultura Clásica gusta de cumplir la normativa vigente, y cuando le hagan saber en qué aspecto concreto no la cumple, entonces, raudo y veloz, se pondrá a cumplirla: lo que debería saber la Sra. Herranz es que todas las afirmaciones que ella ha vertido, a falta de refrendo sólido de alguna clase, pueden constituir tipos delictivos, como la denuncia falsa o las injurias y calumnias, en cuyo caso sería de nuevo recomendable una buena ración de prudencia cuando sacase la lengua a pacer.

Toda la información que pueda poseer González-Botas en relación con el profesor de Cultura Clásica es harto indirecta, toda vez que el profesor de Cultura Clásica nunca ha impartido docencia a Doña Encarna, ni siquiera a ningún hijo suyo, y de esta manera la Sra. Herranz también pierde el atenuante de la enajenación del que hablábamos más arriba, porque ningún hijo suyo se haya afectado por esa supuesta incapacidad o irregular actuación del profesor, y, por tanto, no debería tener nublada su visión ecuánime e imparcial, en relación con el profesor de Cultura Clásica al menos.

Pero es que esa visión ecuánime e imparcial que podría suponérsele a la Sra. Herranz, moteada de unas buenas dosis de prudencia, no se ha observado por ninguna parte, al tiempo que se iba diluyendo el beneficio de la duda inicialmente concedido a su actuación.

Y a medida que se ha ido disipando el beneficio de la duda en relación con Encarna Herranz González-Botas, ha ido creciendo la certeza de su iniquidad, a tenor de su actuación en la comisión de selección de director del IES Monte Neme, todo un catálogo de afrentas contra la legislación vigente y contra el sentido común.........................................................................[Ver: EPS y la comisión...]

Si la Sra. Herranz se ha atrevido a firmar y rubricar embustes y falsedades de todo tipo en un procedimiento de naturaleza pública y del que se supone que están pendientes numerosos ojos, ¿a qué clase de componenda y de trapacería no se atreverá en circunstancias en las que no haya tantos ojos escrutadores? ¿Qué credibilidad se merece una persona que firma resoluciones emitidas de manera arbitraria, que conculcan apartados diversos de la legislación y ofenden la sensibilidad de cualquier persona decente?

Todo lo habido anteriormente en relación con Pablo García-Pombo, si ya de raíz gozaba de poca o ninguna credibilidad por la incapacidad del denunciante para entender del asunto y por la falta de justificación documental que la sustentase, ha devenido una muestra de desvergüenza inefable, que acerca su comportamiento a toda una serie de figuras delictivas contempladas en el Código Penal.

Y si Encarna Herranz González-Botas representa a unos padres, entonces la pregunta es ¿qué autoridad moral tiene un padre tramposo para reconvenir a un hijo que hace trampas? ¿En qué espejo puede verse reflejado el hijo de una persona que obra de esa manera? Así, toda la finalidad del sistema educativo se ve pervertida, pues por mucho que el profesor de Cultura Clásica puede intentar transmitir toda una serie de valores, tanto en el plano teórico referido a los conocimientos de la antigüedad clásica, como en el plano práctico referido a actitudes diversas como rectitud, buenos modales, puntualidad, respeto a los compañeros, cortesía, sinceridad y demás, por mucho que se esfuerce poco podrá lograr cuando el alumno percibe que lo que se premia es el trabajo mal hecho, la irreverencia a la ley y a la verdad y la atención a otros intereses que se apartan de la observancia de la ley y de la verdad mencionadas.

Entonces el problema no reside ya en la educación que reciba el alumno en el centro de enseñanza, ni en que el profesor de Cultura Clásica sea un sabio o un ignorante, sino en el bagaje de aptitudes y de actitudes que el alumno trae de casa:

pues si un alumno contempla en su casa un comportamiento semejante, es de suponer que también puede reproducirlo en su vida cotidiana, habida cuenta de que los padres sirven de modelo y pauta de imitiación para los hijos.

Por eso resulta curioso que la Sra. Herranz, cuya actitud puede tildarse de peculiar, tras haber firmado una resolución en la que muestra su ignorancia, tanto de la lengua cuanto de la legislación vigente, su capacidad para mentir y para acreditar como cierto aquello que es falso y, en última instancia, su desvergüenza, se atreva a pedir informes sobre la actitud del profesor de Cultura Clásica, que en ningún momento ha acreditado ignorancia, ni de la lengua ni de la legislación vigente, ni ha proferido falsedades en ningún momento, sino que en toda ocasión ha obrado con rectitud.

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